lunes, 13 de noviembre de 2017

El “yo” cósmico




El “yo” cósmico



Kumo kasumi
nomitsutsu koen
kiku no yamaji

雲霞呑みつつ越ん菊の山路


Engullendo nubes y brumas,
dispuesta a atravesar el camino
de la montaña de los crisantemos

-Kikusha-Ni-


-(Trad. Vicente Haya)



Lo primero que piensa el que lee este haiku en su versión original es que el que lo escribe se refiere a una tercera persona. En seguida comprende que la poetisa habla de sí misma y que este haiku esconde un “yo” inusualmente fuerte: decidido y firme a conseguir el propósito que nos anuncia koen significa “dispuesto/a a atravesar”.

Normalmente, el haiku japonés tiene –como el hombre que lo fabrica- un enorme sentido de la humildad. La palabra del japonés es precisa, su promesa cuidada, su declaración de intenciones trata más bien de quedarse corta. Digamos que Japón es un mundo ordenado a partir del autocontrol y la modestia. Este poema podría parecer en una primera instancia una excepción a la regla. Se nos presenta como un haiku pretencioso, grandilocuente, donde el haijin anuncia lo que no puede hacerse, con una voluntad de ejecutar acciones de alcance cósmico, como si en lugar de un fotógrafo de detalles inapreciables el haijin –en este caso, una mujer- se hubiera convertido en un chamán exorcizando la existencia de sus enfermedades… “Engullendo nubes y brumas, voy a atravesar…”.

Es un haiku que, insisto, aparentemente, chirría dentro de un orden japonés del mundo; orden fabricado a partir de dictados claros, como el de: “yo, como individuo, no soy nada, no puedo nada, no aspiro a nada”. Pero, sin embargo, una vez que lo consideramos desde otro punto de vista -el del kamikaze, el del atatte kudakerô (“rompámonos contra nuestro objetivo”)- cuadra bien en lo que es el orden de valores del japonés .

Este haiku se nos revela como si fuera respuesta a alguien que se hubiera atrevido a dudar que el viaje por la montaña de los crisantemos podía hacerse. “Puede hacerse –responde la poetisa-, así tenga que tragarme la niebla e incluso las nubes y de ese modo despejar el camino…”.

Respecto al sentido de que la poetisa se haga este firme propósito, más que aspirar a ver de cerca la belleza de los crisantemos (que sin embargo cumplen su función en el paisaje del haiku), nos da la impresión de que esta mujer se halla en alguna clase de shugyô [entrenamiento ascético], de peregrinación espiritual, lo cual tiene sentido tratándose de una monja budista como Kikusha.

El haijin -en este caso como en muchos otros- tiene una naturaleza mística imposible de ocultar, se sabe un ser humano cósmico, una parte más del universo, y sólo en tanto que tal nos hace partícipes de su proyecto desmedido, como si el volcán nos dijese cuándo va a hacer erupción y qué efectos cree que va a tener. Del mismo modo, la actitud de la poetisa de este haiku –“tragándome las nubes y la bruma”- es más propia de un kami viviente que de un ser humano cualquiera.

Todo aquel que haya visitado el País del Sol Naciente sabe que los caminos de montaña - por lo general- no son practicables. El de Japón es un tipo de bosque espeso cuyo ramaje va constituyendo un falso suelo por el que no se puede andar. Pero Kikusha es como un viento divino que quisiera y pudiera y, de hecho, fuera a atravesar los caminos de montañas, al precio que sea, así tenga que ir dejándose a jirones por los ramajes…



Tagami Kikusha ni (1753 - 1826)





(23.05.11 | 12:00. Archivado en A2) Autores de haiku, Poetisas de haiku, Clásico, haiku intimista
kiku yama)


Fuente:
http://blogs.periodistadigital.com/elalmadelhaiku.php?cat=9539
https://www.google.es/search?hl=es&site=imghp&tbm=isch&source=hp&biw=1366&bih=596&q=kikusha+ni&oq=kikusha+ni&gs_l=img.12...1614.41304.0.43362.16.10.3.3.3.0.906.3487.2j2j0j3j1j1j1.10.0....0...1ac.1.41.img..7.9.1178.4tB9JPVgCgg